Hoy se constata que la
ciencia se ha vuelto subrepticiamente tecnociencia, es decir,
que se ha puesto al servicio de finalidades puramente operativas o con fines
exclusivamente utilitaristas, mundo digital, sobre una sociedad. Los objetivos
utilitarios inmediatos han ahogado de algún modo la reflexión de los propios
científicos, médicos, etc. sobre el sentido último de sus investigaciones. Ya
no se piensa ni se plantea: ¿Cuál es la naturaleza o identidad de…? sino ¿Cuál
es la función de…? ¿Para qué sirve? ¿Cómo funciona? ¿Cómo ha sido producido?”. entonces, para qué se clona?
No todo lo que se puede hacer es lícito y en este campo
concreto, parece necesario establecer- reconocer unos límites para la
investigación sobre el ser humano y métodos que alteren la naturaleza ya
establecida. Entonces en la clonación se es claro que en una ejecución de tan
gran amplitud puede afectar: la religión, la fe, el significado de persona y
todo lo que conocemos como naturaleza.
Relamente el gran choque se da en el debate entre la Clonacion y la Religión:
Posiblemente, más que
un punto de partida haya que hablar de un punto de llegada. Es cierto que los
creyentes apelan a la normatividad de la naturaleza, como relevada en la
creación del ser humano por parte de Dios,
pero al entrar a un ámbito de la creación del hombre por el hombre
estamos apelando que Dios no interviene en el cuándo se vive o se muere. Se
está desacreditando la existencia de Dios. “Antes de haberme formado yo en el
seno materno, te conocía, y antes de que nacieses te tenia consagrado”
(Jeremías 1,5). Frases como esa rigen a gran variedad de creyentes en todo el
mundo y ante el desarrollo acelerado del mundo digital están perdiendo validez
o creencia.